Un audio, un video o cualquier otro elemento, producto de un delito, como puede ser la interceptación, la grabación, todas ellas concebidas de un modo penado por la ley, no debiera ser parte de una justa lucha por alcanzar la justicia misma.

Nuestra sociedad ha llegado a tal extremo que está quebrando el entedimiento de justicia, como el caso de chapa tu choro y ... un crimen por otro crimen, ojo por ojo.

Digamos que hasta admitimos o concedemos las pequeñas mentiras, las que supuestamente no hacen daño, como si eso cambiara el concepto del mal.

Don Alberto Fujimori y el doctor Vladimiro Montesinos utilizaron con una admirable y demoníaca habilidad la invasión de la intimidad de cualquiera que tuviera algún poder y chantajearlo, para lograr fines igualmente ilícitos. La historia tiene grabada esta parte oscura de nuestra política.

Si hoy toleramos esas prácticas, lo que estaríamos haciendo es tolerar y hasta secundar lo que los siameses hicieron con cuanto poderoso se les cruzó en el camino. Fujimontesinismo.

Y el chantaje, en cualquiera de sus formas no debe pasar, como no deben pasar todos los crímenes que hoy en día, son corrientes.

Una elección ha recibido el estoque preciso, la puntada perfecta para variar brutalmente su destino. Y no pasa nada. Los intereses supremos, dirán algunos, la extracción de la raiz del mal dirán otras, pero digan lo que digan, se ha producido una acumulación de delitos, si mencionamos también el encubrimiento.

Pretendieron resolver algo menor, pero olvidaron lo mayor.
¿Descuido?, ¿ignorancia?, ¿debilidad?. El tiempo lo dirá. Amén.