Acabamos de sufrir un proceso electoral, no tan sangriento como otros, porque los resultados dan para el gusto de casi todos. Es decir no embota a nadie y nadie se siente aplastado por el otro.

Y en este corto plazo legislativo ocurrirán ensayos de los más extremos porque se suman inexperiencia e ilusión. Y será difícil el titiretaje porque los actores no tienen la sapiencia del malabarismo parlamentario para decir una cosa y realizar otra.

El ojo popular ha adquirido ciertas habilidades que las circunstancias bochornosas le han enseñado. Y en este período que comprende un espacio importante de aprendizaje y riesgos, no hay otra que ser transparente, porque era el anhelo popular que el congreso no siga siendo la vergüenza nacional que fue.

Ni los mejores parlamentos tendrán trascendencia sino es por la misma importancia de la agenda coyuntural y se conminará a la rechifla las muestras de prácticas que se suponen superadas, como la dilación, el encubrimiento, el blindaje, el cinismo y otras perlas de ingrata recordación.

En suma, hay una esperanza de recuperar algo del prestigio que debe tener un poder del estado, que es fundamental en los recorridos de largo plazo que tiene una sociedad complicada como la nuestra, de muchas lenguas y culturas, de muchas naciones y necesidades insatisfechas.

Estaremos atentos a los primero debates, vale la pena si este conglomerado parlamentario diverso se pone a la altura de los tiempos.

Saludos.